19970727DO Diario "EL SUR", Cuerpo 2, Sección "CULTURA Y ESPECTACULOS", Página 25.
Los norteamericanos han estudiado exhaustivamente cierta deformación de la labor periodística conocida como "cinismo". En castellano, "cínico" es aquel que miente con desverg�enza o que defiende o doctrinas vituperables. En inglés, en cambio, el cinismo es una especie de escepticismo amargo, una apriorística imposibilidad de pensar que las acciones de las personas puedan tener, siquiera excepcionalmente, un fundamento noble, de bien.
Es difícil no ser "cínico" (en la acepción anglosajona) en períodos como este, en que a diario se destapan cloacas y se disemina el hedor de la corrupción. Tal vez hace falta, en nuestra prensa, un largo período de cinismo intransigente. En algún momento, el periodismo se volvió, en Chile, una labor desapasionada y burocrática. Para qué estamos con cosas: fué durante el régimen militar. En esos años se acuñaron y consolidaron todos los malos hábitos reporteriles que hoy desangran la actividad: los frentes fijos, la dependencia de las conferencias de prensa, los regalitos de fin de año, las comidas, etc. "La corrupción del periodista comienza cuando busca ser querido en vez de respetado". Es la cita favorita de Fernando Paulsen. Sabias palabras que debieran grabarse a fuego en el espíritu de cada trabajador de la prensa.
Tiene razón Marco Antonio de la Parra cuando afirma que en estos días hace falta más y más periodismo. A medida que vamos asimilando y practicando el catecismo neomercantil, la vida nacional se va transfigurando en un puro juego de intereses. Por ejemplo, la contaminación de Santiago no es un tema ecológico ni de salud pública sino de intereses. Mientras existan y prevalezcan, nada cambiará. Los planes que con tanta rimbombancia anuncia el gobierno no pasan del gatopardismo clásico (cambiar todo para que todo siga igual).
Lo del cuarto poder está un poco pasado de moda; la prensa podría ser, más bien, algo así como el ojo omnisciente de la masa. Un ojo que lo registra todo, que busca inconsistencias discursivas, que huye de lo políticamente incorrecto , que denuncia sin titubeos. Suena idealista, pero a veces surgen chispazos en la TV. Se decreta preemergencia, las autoridades anuncian planes y todo el munso queda feliz. Pero de pronto, una cámara inoportuna graba la chimenea de cierto hospital donde desaprensivamente se quema basura. Se lleuven las casa Copeva y las cámara toman los primerísimos planos de esta verg�enza nacional. Esos son aportes concretos, tangibles, a una percepción multidimensional y no oficialista de la realidad nacional.
Probablemente tengan razón los yanquis al hacer notar los peligros del cinismo periodístico. Pero también es cierto que entre nosotros, como en la Dinamarca de Hamlet, "algo huele a podrido". La prensa puede ser decisiva en la lucha por la probidad pública y privada. La corrupción terminará malogrando nuestra oportunidad de ser un país verdaderamente desarrollado.
Última revisión de este documento: 19980605 Viernes por Rodrigo "AlleyGator" Hunrichse, [email protected]
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